- los nuevos procesos productivos,
- la creciente incorporación tecnológica,
- las modificaciones en los hábitos de consumo de las personas,
- las exigencias que plantean los consumidores en sus experiencias de compra,
- las nuevas formas de distribución de productos y servicios,
- las modalidades laborales que hoy están cambiando los espacios de trabajo.
Para ello requieren del diseño de estrategias efectivas, que resuelvan las exigencias y desafíos que plantea el contexto actual, capacitando a las personas para que desempeñen sus funciones con efectividad, incorporando nuevas responsabilidades y buenas prácticas.
Estos esfuerzos generan beneficios concretos:
- mejoran las condiciones de productividad y competitividad de las empresas
- favorecen a elevar el desempeño de cada colaborador y de los equipos corporativos
- mantienen e incluso elevan la empleabilidad de los trabajadores, frente a la creciente automatización de funciones y procesos
- generan la flexibilidad necesaria para adecuarse a la dinámica de los tiempos actuales
- optimizan la experiencia de usuario, impactando positivamente en los consumidores
- garantizan que las áreas comerciales y de atención al cliente tengan un buen time to market
- potencian los resultados de negocio
- facilitan la transformación digital
- permiten avanzar hacia ecosistemas de trabajo más saludables y equilibrados
La clave pasa por adquirir las competencias necesarias para desempeñarse en un mundo que cambió, en empresas que están evolucionando y en entornos de trabajo innovadores.
Las empresas no aprenden si no aprenden las personas que las componen. Aprender se ha convertido en una condición para competir y sobrevivir.
Descubrimos que el mundo cambia más rápido que nuestros planes y apostamos por incorporar la formación como motor de transformación. Hemos tomado conciencia que el hilo conductor para mantener las empresas competitivas es su capacidad de aprendizaje.
Upskilling y reskilling para evolucionar junto al cambio
En el ámbito de las habilidades esenciales que exige el mercado laboral, el informe de Mercer sobre Tendencias Globales de Talento 2022, revela que en Latinoamérica 78 % de los empleados conoce las habilidades necesarias para el futuro, y solo uno de cada 5 colaboradores no están convencidos de adoptar un reskilling.
A nivel global, el reporte indica que 91% de los empleados afirmó haber adquirido recientemente una nueva habilidad.
La problemática reside en que el 98% de las compañías informa que aún existen importantes brechas de habilidades en su organización. Lo cual les exige:
- Trazar una estrategia para resolver gaps críticos.
- Implementar un plan de capacitación realizable y adaptado a cada organización, que incorpore las tecnologías y metodologías adecuadas.
- Establecer mecanismos de acompañamiento y medición que aseguren la transferencia al puesto de las habilidades adquiridas.
Como señala Alejandro Melamed, coach y referente del liderazgo con propósito, el futuro del trabajo “será como una cinta de correr, o nos capacitamos todo el tiempo o nos caemos”.
“Eso es el upskilling, es decir, no corremos, la cinta nos lleva puestos. Y por otro lado, el reskilling, que es el reciclaje profesional, donde algunas personas tendrán que aprender totalmente nuevas competencias, nuevas habilidades para poder desempeñarse en otro tipo de roles, porque los que ellos hacen ya están siendo sustituidos por robots”, advirtió.
Melamed asegura que la clave es seguir agregando valor al trabajo que se hace, de ir optimizándolo y modernizándolo, y de posicionarnos como un activo valioso para la sociedad.
En este marco, cita al pensador israelí Yuval Noah Harari, quien se pregunta si tenemos realmente la estabilidad mental y la inteligencia emocional para reentrenarnos permanentemente. Ambas, sostiene, van a marcar la diferencia entre los que se adaptan y los que sucumben a la variabilidad constante del siglo XXI.
Como apunta Laura Schneider, Jefe de RRHH y Desarrollo Organizacional de ASSA – SIJAM, a partir de su participación en el 8° Congreso Argentino de Recursos Humanos, quizás ya no se hable de la gestión del cambio, y comencemos a referirnos a la gestión de la adaptabilidad.